Colegio Sagrado Corazón. Vallecas. Nueve de la mañana. Temporada 76.
El primer capítulo empieza con fundido en negro. Solo se escucha, acercándose, un coro de voces infantiles. Emoción, incertidumbre, nervios…. Lentamente se perfila ante el espectador una imagen fija del suelo azul del patio. El plano comienza a abrirse enseñándonos un panorama que seguro no difiere mucho del de los miles de escuelas del país: profesores que reparten abrazos en la puerta, chicos que hablan atropelladamente intentando colocar el relato de su verano y, al otro lado de la entrada al reino, el enorme suspiro de alivio de los padres.
La siguiente escena es en el aula. Primera carrera del año, toma de posesión del pupitre, señas imperativas al amigo del alma para que se siente al lado y desmontaje veloz de la mochila para poner en valor los nuevos tesoros. «Mira, tengo un sacapuntas de pokémon», «¿Has visto mi estuche nuevo?, ¡Es de Pixar!».
Lápices de colores, el olor de los cuadernos y del rotulador indeleble con el que quedarán marcados para todo el curso. La profe que, por fin, nos pregunta qué hemos hecho el verano y nos regala un espacio de silencio para que contemos la excursión a la playa, el día en la sierra, los paseos por el pueblo con el abuelo y, los más afortunados, quizá su primer contacto con el extranjero…
A las 11, cuando se hace la primera pausa del año, se sienten ya casi veteranos. Y el patio terminará de completar su instrucción. Un bocata, muchas carreras, algún que otro baile, aquí y allá grupos sentados que gozan de recuperar la compañía de sus iguales… Y, sin darse cuenta, sus cerebros ultraflexibles tejerán a toda prisa recuerdos nuevos que arrinconarán pronto los del estío.
Evolucionará la mañana sin más sobresaltos y concluirá este capítulo piloto de la temporada 2024/25 sin grandes alardes, maravillándonos a todos la belleza de la rutina, completándose otra vuelta al colegio que es, para profes, alumnos y padres, cuando de verdad se debería celebrar el Año Nuevo.
Aquí dentro, en ese espacio sagrado que es solo de docentes y alumnos, en el que no se sabe quién aprende más de quién, entrenamos desde el primer día la convivencia y la tolerancia. Y no podemos estar más felices. Hemos empezado un nuevo curso. Estamos vivos. Estamos sanos. Queremos enseñar y queremos aprender.
Así que ¡adelante! señor director, que la cámara no deje de grabar, que nosotros nos encargaremos de llenar de aventuras todas las horas de emisión. Y que sea bienvenida a nuestra mesa esa bendición de la vida cotidiana.