Vale, no vamos a intentar negarlo. A muchos de los adolescentes actuales los libros les dan urticaria. No leen y, lo que es peor, consideran la lectura una pérdida de tiempo, por lo que corregir esta carencia se hace cada vez más complicado para los padres y profes que tenemos que luchar contra la bestia de las redes sociales que les roba su tiempo sin que se den cuenta.
Y, sin embargo, cada vez se escribe más literatura juvenil. Y cada vez son más famosos los autores de novela adolescente o de álbum ilustrado para menores. Y proliferan los colegios que organizan, en sus planes anuales, no solo visitas a la Feria del Libro o actividades para celebrar el 23 de abril, sino auténticos y exitosos programas de animación a la lectura. Hay brotes verdes, como dicen nuestros políticos. No todo está perdido.
En nuestro colegio, de hecho, tenemos lectores voraces. Y escritores precoces, algunos de ellos capaces de ganar premios nacionales Y «los de Lengua» luchamos a brazo partido -que se lo pregunten a Rosa, que debió ser la inventora del «lectómetro» hace treinta generaciones…- por demostrarles que un libro no es un enemigo, sino la puerta de entrada a una historia de amor, o de aventuras, o de misterio, o de amistad… Que un libro es la llave que pone en marcha la máquina del tiempo.
Con el único gesto de pasar páginas puedes, sin moverte del sofá, sufrir lo que es obsesionarse con una ballena, o darlo todo por llevar un anillo al monte del Destino, o aterrorizarte con un payaso, u odiar al que dispara a la milana bonita, o escandalizarte ante el amor inevitable de dos hermanastros…
Leer es como aprender a conducir: al principio, uno es incapaz de disfrutarlo. El lío de los pedales, las señales, los otros coches que siempre parecen amenazantes, los peatones, los semáforos, los retrovisores… ¡Qué lata! Luego el tiempo pasa, interiorizamos el proceso, y disfrutamos de la velocidad, del paisaje, de la sensación de libertad que, salvo en los atascos, proporciona conducir.
Con la lectura es igual… «¡Profe, ¿cómo voy a disfrutar del libro si me cuesta entender lo que pone?» Nos preguntan los chicos. Y tienen razón. Así no se puede disfrutar. Así que debemos ayudarlos. Leer para ellos, traducir el código, descifrar el mensaje. En las aulas del Sagrado Corazón lo hacemos mucho. Seguro que vosotros, queridos padres, también en casa.
Poco a poco vemos cómo ellos van prosperando, mejoran, se atreven, empiezan a gustarse… Y entonces, solo entonces, llega el momento de dejarles ponerse al volante… Y que experimenten a solas con el objeto más importante de todos los tiempos.
Gracias por esta mañana en la Feria, queridos alumnos. Gracias a los que os atrevisteis a comprar. No tengáis miedo en lanzaros a leer. No hay viaje más barato y más inspirador…