Colegio Sagrado Corazón

Sagrado Corazón

COLEGIO Y CENTRO DE FORMACIÓN PROFESIONAL

CATÓLICO Y PRIVADO-CONCERTADO

"Con el corazón mirando al futuro"

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Participamos en una conferencia sobre los atentados del 11-M en Madrid

Lunes. 11 de marzo. Hoy se cumplen veinte años del día en que un grupo de terroristas islámico hizo explotar diez bombas en cuatro trenes de la línea de Cercanías que cruza el corazón de nuestro Sagrado, volatilizando en el trance 192 vidas, un Gobierno y un pedazo de la Historia de España y de Europa, que nunca ha sufrido un ataque con más víctimas que aquel de 2004.

Dice el tango que veinte años no es nada. Discrepamos. Es tanto como que ni uno solo de nuestros alumnos vivía cuando los trenes explotaron, y si hoy les llegan los ecos de aquella tragedia es porque lo han visto en la tele o se lo hemos contado los mayores. Ellos se ahorraron el desconcierto inicial, el pánico, el olor a carne quemada y a óxido, la incertidumbre, el terror al transporte público… La violencia gratuita deja como secuela un miedo pegajoso. Si no sabes por qué ocurrió, no puedes estar seguro de que no vaya a repetirse.

Todos los que teníamos edad para sufrir llevamos tan grabado ese día que podemos explicar sin tomar aire dónde estábamos, qué hacíamos y a quién llamamos en primer lugar para preguntar: «¿Todo bien? Parece que ha habido un atentado».

Apenas había móviles, las líneas colapsaron. Las radios empezaron pronto a dibujar la dimensión del cataclismo y se supo enseguida que eran muchos los trenes siniestrados, cientos las víctimas, miles los heridos. Podría haberle tocado a cualquiera. Y así fue, le tocó, exactamente, a 192 cualquieras con nombre, apellidos, familias que aun les lloran e historias humanas salvajemente mutiladas.

El autor de estas líneas, que hoy es profesor en el mismo colegio en el que estudió en los 80, y del que salió lanzado hacia el periodismo, escribía artículos en La Razón aquella mañana, en otra vida de dos décadas atrás. Salió corriendo, cuando supo lo que había pasado, hacia la estación de Santa Eugenia. Tras tomar notas casi entre lágrimas, visitó el Centro de Transfusiones donde miles de personas ofrecían solidaridad en forma de sangre. Dedicó todo el día a recopilar y escribir información de esa que quema los dedos y emponzoña el alma. Y, ya de madrugada, se fue a Ifema a ser testigo del sufrimiento de las familias que todavía no habían identificado a sus muertos.

Fruto del intenso trabajo de aquellos días, junto a otros periodistas publicó el libro «11-M,el día en que la solidaridad plantó cara al terror«, que vendió varios miles de ejemplares cuya recaudación fue a parar a las víctimas del terrorismo.

Esta mañana, junto a otros dos de sus entonces compañeros, Ricardo Coarasa y Ernesto Villar, ha participado en una conferencia en la Universidad Villanueva de Madrid, con alumnos de Periodismo que, en su mayoría, tampoco vivían, o contaban con unos meses de vida, cuando los atentados.

Ha sido una experiencia preciosa, y un honor pasear el nombre de nuestro Colegio por la Universidad. Doy las gracias a Ernesto por invitarme y a Ricardo por compartir espacio de expresión. Qué grandes jefes fueron ambos, que grandes periodistas siguen siendo.

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