Diez veinte de la mañana, un tropel de polos rojos y animo jubiloso desemboca del metro en Atocha y, con ese mismo ánimo, sube la cuesta de Alfonso XII; casi corren cuando atraviesan el Parque del Retiro por los paseos del sur, apenas prestan atención al Ángel Caído, una de las estatuas más visitadas y fotografiadas de Madrid. Los más pequeños tiran del grupo, los mayores se reaniman y adelantan…
¡Punto de encuentro! – dice el profesor de matemáticas y todos esos niños de polo rojo forman un corro que parece casi ensayado, justo en la entrada sur de La Feria del Libro de Madrid. Escuchan atentos, no sin ansias por empezar a recorrerla, las indicaciones de los profesores sobre la hora de encuentro y el comportamiento en la feria.
Y allá van, formando pequeños grupos, siempre bajo la atenta mirada de los profesores que los siguen, entran en la feria con entusiasmo y curiosidad, a medida que avanzan se van abriendo más casetas y cada una es una sorpresa, revolotean como abejas a la miel, de derecha a izquierda del paseo, hacia adelante y unos pasos para atrás esa otra caseta…
Algunos más avispados descubren pronto la guía de las casetas, y buscan una editorial concreta, corren a por ella, una editorial de mangas, otra de novelas juveniles, aquella saga que les ha enganchado… algunos compran lo que buscaban y vuelven a los profesores para mostrarlo, otros consiguen un libro que les ha llamado la atención: “Goya en el Museo del Prado”.
No vamos a mentir, ha habido grupos que se han dedicado a socializar, con las chicas o los chicos, según el caso, de otros colegios, que esta mañana la Feria es casi estipulada para ellos. Había mucho bullicio y un ambiente muy alegre, a pesar de las nubes que amenazaban lluvia y nunca descargaron, pero que propiciaron una temperatura más que agradable. Una escritora reconoce los uniformes y la alegría de nuestros chicos de rojo y busca a los profesores, encuentro feliz y entrañable con la autora de la casa-madre de exalumnos: Marisa Pinto; feliz coincidencia.
Truenan las nubes y caen unas gotas, que achuchan al tropel, pues es la hora indicada. Llegan todos puntuales al punto de encuentro, los profesores hacen recuento, los chicos se agrupan para una foto y con el mismo ritmo que llegaron descienden, primero el Retiro y luego Alfonso XII, hasta el metro que los devolverá a Villa de Vallecas, al colegio.