Colegio Sagrado Corazón

Sagrado Corazón

COLEGIO Y CENTRO DE FORMACIÓN PROFESIONAL

CATÓLICO Y PRIVADO-CONCERTADO

"Con el corazón mirando al futuro"

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Maravillados entre diamantes, meteoritos y mastodontes

Los alumnos de 4º de Primaria tuvieron ayer el privilegio de visitar, y que les contaran en exclusiva, el Museo Geominero Nacional, donde hicieron, en poco más de hora y media, un alucinante viaje a las profundidades de la Tierra y los secretos que ésta esconde.

Aunque antes de eso no les quedó más remedio que mirar hacia arriba y fascinarse con la compleja belleza de la cristalera que corona el edificio. Levantado en Ríos Rosas, en 1926, por Francisco Javier Luque para el Congreso Internacional de Geología sirvió para convertir a España, en aquel periodo de entreguerras, en epicentro de la investigación científica mundial.

El museo actual es una gran sala diáfana de 712 m2 y 19 m de altura, rodeada por tres galerías y con una extensísima cubierta acristalada. Parece una gran caja llena de pequeños y grandes tesoros, cubierta con una tapa de cristal que es una explosión de luz y color. Juzguen ustedes si exageramos:

Pero si el continente quita el aliento, no hay forma de recuperarlo con el contenido. Salpicadas aquí y allá, en vitrinas de aspecto decimonónico, saltaban a ojos de nuestros alumnos las maravillas de la naturaleza, decodificadas para sus oídos por las voluntarias María y Carmen… Un ejemplo, las fluoritas, esos minerales que, bajo los efectos de los rayos ultravioletas, brillan con colores imposibles.

Aprendieron nuestros chicos las distintas durezas de cada mineral, y comprobaron con sus propias uñas lo sencillo que resulta rayar el yeso, y lo pesado que puede ser un cuarzo rosa.

También descubrieron que la caprichosa naturaleza puede dejar impresa en la roca el rastro de animales, plantas y todo tipo de ser vivo. Al azar, caprichosamente, en cualquier lugar de la litosfera pueden aparecer trilobites, amonites, peces o ranas prehistóricas o helechos con millones de años de antigüedad que desvelan, a quien sabe mirar, los misterios del pasado.

Mucho más vieron nuestros chicos. Por ejemplo, los restos de un mastodonte, presidiendo la sala central. Solo el fémur de este animal es más alto que ellos. Y los colmillos pueden medir más de dos metros. Descubrieron, por el estudio de sus dientes, que el ejemplar ahí expuesto era ya muy viejito cuando murió.

Vieron insectos encerrados en ámbar… Pero no, no nos hagamos ilusiones, no es posible extraer de ellos ADN de dinosaurio, así que no será posible, por ahora, tener un Jurasic Park más que en cine.

En otra galería recorrieron los contornos de distintos cráneos de homínidos, desde el australopitecus hasta el homo sapiens. Y comprobaron que este último tiene la frente mucho más grande que los anteriores para alojar nuestro poderoso cerebro. De ahí la expresión «no tienes dos dedos de frente».

También recorrieron vitrinas con piedras preciosas. Diamante, lapislázuli, amatista, rubí… Todos ellos con una fascinante luminosidad y una atracción sorprendente. Y descubrieron que en las geodas los cristales crecen enormes y libres. Y que un árbol que se enterrara bien puede convertirse en un fósil perfecto…

Estuvieron tan entretenidos que hasta que no salieron del museo, ya cercanas las 12 del mediodía, no se le ocurrió a uno de ellos decir… oye, ¿cuándo vamos a desayunar?

Desayunaron, felices, al llegar de vuelta al cole, donde contaron sus aventuras fósiles a los de otros cursos antes de lanzarse a la pasión del balón, inigualable hasta para el maravilloso espectáculo del mundo geológico.

Pero ahí queda sembrada la semilla… Veremos, con el paso de los años, si germina en alguno de ellos…

Mientras, os dejamos con una galería de fotitos. ¡Gracias por estar!

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